Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1869-1871 (Cortes Constituyentes de 1869 a 1871)
Sesión: 9 de julio de 1869
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Tutau. Réplica al Sr. Orense
Número y páginas del Diario de Sesiones: 122, 3.608
Tema: Providencia del gobernador de Gerona con el Boletín republicano.  Proposición para que no voten los presupuestos los Diputados que cobran sueldo del Estado

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Empiezo por decir que creo que el Sr. Marqués de Albaida retirará la proposición que acaba de apoyar, porque me cuesta trabajo creer que S. S. la ha presentado en serio. El Sr. Orense es hábil parlamentario, ha querido hacer un discurso para repetir algunas de las ideas que ha expuesto aquí, y ha encontrado el medio de pronunciarlo presentando la proposición.

Por lo demás, me cuesta, como he dicho, mucho trabajo creer que S. S. la ha presentado en serio. Tanto es así, que me es de todo punto imposible contestar también en serio a las observaciones de S. S. ¿Conoce S. S. entre los ejercicios individuales uno más sagrado, más absoluto, más imprescriptible, más ilegislable, que el derecho que tienen los Sres. diputados de la Nación española, que el derecho que tienen los representantes del país para tomar parte en las deliberaciones de la Cámara y otra lo que les dicte su conciencia? Pues es derecho tan sagrado y respetable os lo viene a quitar el Sr. Orense con su proposición. Es decir, que el defensor incansable, el acérrimo partidario de los derechos individuales, no tiene inconveniente en presentar una proposición viniendo a quitar a los Sres. Diputados el derecho de que tomen parte en la deliberaciones de la Cámara y el decidir las cuestiones con sus votos. ¿Se puede comprender esto? ¿Se puede tomar en serio?

Otra observación me voy a permitir hacer a S. S. Yo que soy muy amante de mis derechos, yo que soy también muy amante de los derechos de los demás, no puedo creer que S. S. por virtud de esa proposición me puede quitar el derecho a votar en toda clase de asuntos. Y es más; si las Cortes hicieran la tontería porque tontería sería el votarla, yo no dejaría de votar, a pesar de ese voto de la Cámara. ¿Con qué derecho se me quita a mí el que tengo de votar los impuestos? ¿Cómo la Cámara ha de hacer dos divisiones de los Sres. Diputados, una de los que pueden votar los presupuestos y otra de los que no pueden votarlos? ¿Es una cosa seria semejante división? Créame S. S.; es difícil contestar seriamente la proposición que ha tenido a bien presentar.

Yo comprendo, Sres. Diputados, que en las leyes lectorales se propongan ciertas incompatibilidades a las cuales se atenga el elector cuando elige y el elegido cuando lo sea; pero desde el momento en que el elegido viene aquí con arreglo a una condición dad, ni la misma Cámara tiene derecho a variarla. ¿Qué manera es esa de entender la libertad? Desde el momento en que el Diputado entra por esas puertas, desde el momento en que su acta es aprobada, es tan diputado como todos los demás, y no hay diversidad entre los diputados, ni variedad de condiciones que les dividan, ni diferencia de cualidades legales que les distingan.

¿Qué significa venir aquí estableciendo que haya ciertas cuestiones en las cuales unos diputados pueden tomar parte y otros no pueden tomarla? ¿Por dónde, por qué razón? Si hoy se hiciera eso con los Diputados empleados, después sucedería con todos los Diputados que tengan algún interés más o menos directo, en los asuntos que aquí se debaten. Señores, por Dios: ¿a dónde iríamos a parar con esa teoría? En estos días se han estado discutiendo los ferrocarriles gallegos y asturianos, y por la teoría del Sr. Orense no podrían votar ese proyecto de ley porque tienen un interés natural en favorecer a las provincias que representan.

Yo aconsejo al Sr. Orense que retire la proposición, porque sé que algunos de sus amigos van a votar a su lado por no hacerle un desaire; pero téngase en cuenta que van a votar una tontería, porque yo aseguro a S. S. que por mi parte, y creo que harán otro tanto muchos señores Diputados, aunque se aprobase esta proposición, yo votaría, como indudablemente votarían los demás, cuando lo tuviera por conveniente, porque éste es un derecho superior a la proposición y hasta la misma Cámara, del cual no puede privar el Sr. Orense ni nadie a ninguno de los que tienen la investidura de Diputado y han adquirido ese derecho cuando han sido enviados aquí por sus electores.

Esto es tan obvio, es tan evidente, que yo sentiré que el Sr. Orense insista en que se vote la proposición, que, en mi concepto, ha presentado como un medio de decir las muchas cosas buenas que ha dicho. Cumplido este propósito, creo que no tendrá dificultad en retirarla.

Por lo demás, Sr. Orense, la proposición no es liberal ni conveniente; ataca uno de los derechos más respetables y más sagrados de los Sres. Diputados, y por tanto, desde el momento en que se atacan los derechos de un Diputado por esa proposición de S. S., no sé cómo S. S. ha de poder impugnar después cualquier medida que ataque, en su concepto, el derecho de un simple ciudadano. Así, pues, en nombre de la libertad, en nombre de la Constitución, en nombre de los derechos individuales, y en nombre de la dignidad de la Cámara, pido al Sr. Orense que retire su proposición; y si S. S. no accede a mi ruego, en nombre también de todas esas cosas ruego a los señores Diputados que no la voten.



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